LA VIDA SECRETA DEL EDIFICIO: LA EXPOSICIÓN ARAGONESA 1885

 

Para comprender la edificación de este monumento hay que trasladarse al contexto de la Zaragoza de la segunda mitad del siglo XIX. La década de 1880 no se podría entender sin el repunte económico, social y urbano que estaba viviendo la ciudad desde hacía dos décadas. Por entonces, Zaragoza se había consolidado como punto de mercado en el ámbito agrario y ganadero, gracias a la primera Exposición Aragonesa 1868 organizada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País, con el objetivo de estimular “la producción regional de agricultura e industria y las artes” [1]. Sabemos que la Exposición se instaló en una serie de edificios construidos expresamente para el evento, situados en la Glorieta de Pignatelli (actualmente, Plaza de Aragón), donde se erigía la escultura a Ramón Pignatelli (Antonio Palao,1859), que posteriormente fue trasladada al Parque Pignatelli. Resulta significativo que la escultura dedicada a este personaje estuviese ahí coincidiendo con otro tiempo de progreso en la ciudad, siendo él el promotor de la llegada del Canal Imperial de Aragón (1776-1790) a Zaragoza, trayendo modernidad a la ciudad. 

Esta muestra supone un punto de inflexión para la ciudad, ya que una exposición siempre trae progresos y así fue como la Zaragoza decimonónica adquirió el cambio que necesitaba con rapidez, contando con línea ferroviaria o cambios urbanísticos significativos como el ensanche de la calle Alfonso (Plan Yarza) [2].

 Vemos que el éxito de esta exposición animó a la Sociedad Económica a celebrar una segunda Exposición, planeada para 1885 durante las fechas de las fiestas del Pilar. La pregunta era ¿dónde? Encontrar la ubicación para la muestra fue un motivo de confusión y debate que dejó el proyecto paralizado durante un tiempo [3]. Es entonces cuando nuestro monumento, pensado como matadero municipal, adquiere protagonismo, siendo elegido de forma práctica como sede.

                               Fig.1. Vista del Antiguo Matadero, ca. 1885

Este edificio, recién construido (1878-1885) por el arquitecto municipal Ricardo Magdalena, en la actual calle Miguel Servet, suponía toda una novedad para la capital aragonesa tanto por sus materiales constructivos como su distribución de los que hablaremos con más detalle en las próximas entradas.

Si ese iba a ser el nuevo escaparate de la Exposición Aragonesa, necesitaba estar bien comunicado, ya que por entonces aquello sólo eran campos situados a las afueras de la ciudad, orientado hacia la carretera de Castellón, en zona de huertas [4]. Fue así como coetánea a la organización de la exposición, comenzó a funcionar la red de tranvías llevados por mulas, cuyo trayecto conectaba barrios obreros y el centro de la ciudad [5]. La primera línea de tranvía en inaugurarse fue la del Bajo Aragón, que pasaba por el nuevo matadero [6].

Situándonos en la historia constructiva del macelo, el ayuntamiento de Zaragoza aprobó las obras del nuevo matadero en 1878. El motivo era sanear la insalubridad de los dos mataderos que Zaragoza tenía en el Arrabal (especializado en Ovino, bovino y caprino) y en la calle Escobar (dedicado al porcino).[7] Para ello, se convocó un concurso público nacional, al que contestaron dos arquitectos, cuyos proyectos no gustaron, dejando el concurso desierto. Posteriormente, se confió en el arquitecto municipal interino, Ricardo Magdalena, que diseñó un proyecto del agrado de los concejales.

Respecto a la ubicación del matadero, se pensó en varios terrenos. En un principio, se pensaba construir en terrenos cercanos de la ribera izquierda del Ebro, pero los ganaderos no estaban conformes debido al peligro que suponía pasar el puente de piedra con las reses y la lejanía del centro de la ciudad. Por ello, se pensó como segunda opción el Paseo de la Mina, cerca del río Huerva, pero finalmente, se decantaron por los terrenos de las huertas de Montemolín (Bajo Aragón) [8].      

              

                   Fig. 2. Estado Mayor del Ejército, detalle Plano de Zaragoza, dec.1870                   

                
             

                    Fig. 3. Dionisio Castañal y Zapatero, detalle Plano de Zaragoza, dec. 1880.         


                         

             Fig. 4. Dionisio Castañal y Zapatero, detalle Plano de Zaragoza, 1899

 El nuevo macelo era, sin duda, el proyecto estrella de toda la renovación urbana, con un presupuesto de 838.010’63 pesetas, que supuso el endeudamiento de la ciudad. Era tal la magnitud del proyecto, que se hicieron cargo de su construcción tres empresas constructoras. En su edificación estuvieron implicados artesanos e industriales [9].

La relevancia del proyecto llamó la atención de otras ciudades que también tenían la necesidad de renovar su matadero, sirviendo el zaragozano de modelo para Huesca, Teruel, Sevilla, Tarragona o Valencia [10]

Una vez instalada la exposición en el edificio, ya en 1885, surgieron otros inconvenientes, como la situación crítica derivada de la epidemia de cólera, que azotaba a la sociedad española, afectando notablemente a Zaragoza y obligando a retrasar la apertura de la Exposición. Finalmente, la inauguración pudo materializarse a finales de octubre de ese año.

Centrándonos en la Exposición que dio fama a este edificio, el evento se dividía en cuatro secciones (Ciencias, Artes liberales, Agricultura e Industrias mecánicas) [11], reuniendo a más de 1.300 expositores nacionales e internacionales [12].        

Fig.5. Marcelino de Unceta, "Innauguración Oficial del Concurso de la Exposición Aragonesa 1885: El presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País pronunciando el discurso de apertura" en  La Ilustración Española y Americana.

Tras la exposición, finalizada con éxito en diciembre de 1886, el edificio tardó dos años en cumplir con su función de servir como matadero, tarea que estuvo realizando casi un siglo hasta mediados de 1981, trasladándose el servicio a las nuevas instalaciones de Mercazaragoza y quedando abandonado, en espera de proyectos de futuro.

Así pues, como reflexión vemos que el cambio urbano fue un gran avance para el crecimiento de la ciudad y que posiblemente, ese avance no hubiese sido posible sin el arranque de las exposiciones regionales de la ciudad, que pusieron a Zaragoza en el mapa de la modernidad. Por otro lado, el edificio al que dedicamos este blog, dio reputación y prestigio al arquitecto del que hablaremos en la próxima entrada y del que veremos fue el encargado de embellecer la ciudad con emblemáticos edificios que la identifican.

El cierre oficial del Matadero, a principios de la década de los ochenta, propició su dejadez y su deterioro alimentó el incivismo y el okupacionismo, ¿Podría haber sido objeto de derribo? Gracias al impulso de revalorizar el patrimonio de la ciudad como algo genuino, se puso en marcha su plan de restauración para convertirlo en un espacio municipal de uso público, pero esta es otra historia que iremos descubriendo…


                                                       Fig.6. Antiguo Matadero Municipal, 1980


CITAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] FORCADELL, Carlos, “Zaragoza en el siglo XIX (1808-1908)” en Historia de Zaragoza en el siglo XX, Zaragoza, 1998, pp. 45-48

[2] MARTÍNEZ VERON, Jesús. Arquitectura aragonesa 1885-1920, ante el umbral de la modernidad, Zaragoza, 1993, pp.65-66

[3] Ibidem.

[4] HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Ascensión, POBLADOR MUGA, Mª Pilar, “La Exposición Hispano-Francesa de 1908: Balance de una experiencia arquitectónica singular a la luz de un siglo” en Artigrama nº 21, Zaragoza, 2006, p. 152

[5] BLASCO IJAZO. José, ¡Aquí… Zaragoza!, Zaragoza, El Noticiero, IV (Ed. Facsímil, 1988), Zaragoza, 1953, p. 127

[6] BIEL IBÁÑEZ, María Pilar, Zaragoza y la industrialización: La arquitectura industrial en la capital aragonesa entre 1875-1936, Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2004, pp.57-58

[7] HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Ascensión, Ricardo Magdalena, arquitecto municipal de Zaragoza (1876-1910), Instituto Fernando el Católico, Zaragoza, 2012, p. 73

[8] HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, op. cit. p.74

[9] HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Opus Cit. p. 75

[10] HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Ascensión, “¿Conservamos o destruimos el patrimonio industrial? El caso del Matadero Municipal de Zaragoza” en Artigrama, nº 14, Zaragoza, p. 165

[11] BLASCO IJAZO. José, Opus Cit., pp.131-133

[12] VV.AA., Zaragoza, visiones de una ciudad, Zaragoza, 2004, p.181

IMÁGENES 

Fig.1. VV.AA. Zaragoza revelada, El periódico de Aragón, Zaragoza, 2017.

Figs. 2, 3,4. Geoportal. Zaragoza histórica,  https://www.zaragoza.es/sede/portal/idezar/

Fig. 5. "Zaragoza: Exposición  regional Aragonesa. Inauguración oficial del certamen" en La Ilustración Española y Americana, nº 41,  8 de Noviembre,  Madrid, 1885 

Fig. 6. Fondo fotográfico del Ayuntamiento de Zaragoza

 

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